Se trata del segundo disco de un trío formado en 1998 por tres prodigiosos músicos dueños de una idoneidad enorme: el guitarrista, cantante y compositor tucumano Juan Quintero, el pianista olavarriense Andrés Beeuwsaert (ex Javier Malosetti, actual Pedro Aznar) y el percusionista santafesino Mariano Cantero (hoy músico de Liliana Herrero). En estos cuarenta minutos de música hay canciones eminentemente folklóricas y otras que toman del género algunas texturas o conceptos para los textos pero que exceden la etiqueta. Es que a fuerza de talento creativo, lucidez instrumental y una profunda sensibilidad Aca Seca remueve los mojones del folklore y los lleva más allá de lo que alguna vez estuvieron.
La intensa y deformante rítmica progresiva aplicada a "Carcará" (del rosarino Jorge Fandermole) fue elegida para abrir la placa. Tras ella, la sedosa voz de Pedro Aznar viste de hermosura a "Pasarero" y le pone alas para que se eleve. La historia tragicómica encerrada en "Maricón" habla de una persona atormentada por los caprichos de su pareja; la letra es intensa y está cantada con una tonalidad jovial. La versión de "Panambí Jovhé" (de Ramón Ayala) cristaliza un instante de fragilidad extrema, sostenido por un coro casi a capela que forma un clímax casi de ceremonia religiosa. En "Hurry" (de Hugo Fatorusso) Cantero descuella ejecutando una clave intrincada y laberíntica.
Las siguientes composiciones de Quintero, "Vidala sin voz" y "Equipaje", son sendos momentos de desolación reposada sostenidos sobre la tenue instrumentación de Beeuwsaert. Y los dos momentitos del disco firmados por el pianista, "La niña" y "Preludio", le abren la puerta a una nocturnidad exquisita; la primera a través de un bello arreglo coral, la segunda con una emotiva instrumentación como de música teatral. La versión de "Clavelito blanco" (obra de Justiniano Torres Aparicio) enmarca el momento más campestre de una placa con un claro sonido urbano.
Pero no todo es tan relajado. Si "El huayno del diablo" (de Fandermole) sonara en una peña a más de un paisano ortodoxo le caerían mal las empanadas; se trata de un instante rítmico impresionante que bordea el caos sinfónico. La segunda interpretación de Fatorusso es "Monte maíz", donde los tres instrumentos se fusionan con los coros creando una armonía celestial. El track que titula al álbum es "El Avenido", carnavalito coplero del Cuchi Leguizamón al que le crearon una ambientación como de fiesta con algunos gritos de fondo atrás de una melodía armada con voces y caja chayera. La clausura es "Ultimas palabras de aliento", melodía drexleriana cantada con una voz pequeña, intimista, generosa que reza "riquezas dignas de verse/ más vale un ´toma´ que un ´te daré´".
La web de Aca Seca muestra un paisaje con un cerro sobre el que sobrevuelan pájaros y cuando uno elige un ítem la ventana se toma su tiempo para abrirse. Al hacerlo muestra algo delicado, pacientemente armado, exacto. Esa misma sensación produce la música generada por el trío: Avenido transmite tanta placidez y tranquilidad como la contemplación en vivo y en directo de un horizonte equilibrado. Estas elevadas interpretaciones incluyen abundantes arreglos corales e instrumentaciones demarcadas con una delicadeza excelsa. Y tanta poesía invita a relajarse. Uno de esos discos para escuchar examinando el techo o, mejor aún, admirando el cielo ancho hasta el infinito. (Fuente: rock.com.ar)
Oiga, buenazo su blog.
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